2220
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—Señora, buenos días, hora de
despertarse. Hoy es lunes.
—Buenos días Alicia, ¿Qué tal ahí
fuera?
—Imposible salir señora. La
temperatura ha subido un grado más y el aire es irrespirable.
—Ponme un café por favor,
enseguida bajo a la cocina.
Mientras Alicia activaba la
cafetera, Laura se terminaba de despertar para comenzar una nueva semana.
Trabajar desde casa te quitaba la molestia de tener que vestirte cada mañana
pero ella no concebía bajar al despacho con el pijama, así que escogió algo
cómodo y bajó atraída por el aroma del café.
—Alicia, hoy toca hacer la
compra, dejé la lista memorizada en el frigorífico anoche. Encárgate por favor.
Y ponme en conversación con mis hermanos.
—Lo siento señora pero no
responden ¿lo sigo intentando?
—No, déjalo. Estarán muy liados.
Los echo de menos, viven tan lejos. Y este maldito clima insoportable… no
invita a salir de casa. Pasear se ha vuelto imposible y para sentarnos a
charlar en un salón prefiero una videoconferencia. Me evita el tener que
ponerme una mascarilla nada más salir por la puerta. Intentaré hablar con ellos
esta noche.
—¿Quiere revisar la agenda
señora?
—Nah, ¿para qué? No tengo ningún
acontecimiento social al que acudir. Sé que tengo que llamar al jefe de
departamento para informarle del avance de mi trabajo. Lo único que he hecho
este fin de semana ha sido meter datos y más datos.
—¿Le pongo en conversación con el
señor Villar entonces?
—No, aún no. Le mandaré un e—mail
más tarde. Voy a correr un rato. Necesito estirar las piernas.
—¿Qué ruta quiere hacer hoy?
—La del Parque Nacional. La que
pasa por el arroyo y dura unos siete kilómetros.
—Estupendo señora, cargo esa ruta
en el visor virtual de la cinta de correr. Le pondré el programa de primavera,
es la época más bonita para esa ruta. Que la disfrute. ¿Quiere charlar con
alguien durante la ruta?
—No, prefiero correr sola.
Laura bajó al sótano y llegó
hasta la cinta de correr. Se colocó las gafas y los auriculares y se vio
inmersa en el Parque Nacional. Correría siete kilómetros por ese hermoso
paisaje que ahora sólo existía en aquellos programas virtuales. Cuando se
compró ese modelo de cinta deportiva lo hizo porque incluía un componente de
inteligencia artificial que te permitía correr en compañía de otra persona y
poder charlar con ella. Sin embargo, después de un tiempo empezó a cansarse de
aquello. En el fondo aquella persona no existía. Podría tener una conversación
interesante pero algo fallaba… Al fin y al cabo, nunca podría compartir de
verdad con aquel ser inteligente lo que dolía el pecho cuando corrías a una
velocidad excesiva o lo liberador que era ese momento de agotamiento cuando tu
cuerpo soltaba endorfinas para hacer frente al duro ejercicio. Así que, ahora,
casi siempre hacía las rutas en solitario.
—Alicia, he acabado, ponme algo
de música que me voy a dar una ducha y me pondré a trabajar.
—¿Qué le apetece oír?
—Algo clásico. U2, por ejemplo.
Las notas de With or without you
comenzaron a sonar por toda la casa. Había descubierto ese grupo hacía cinco
años cuando escuchó las memorias que su bisabuela había dejado grabadas. En
ellas contaba que su madre era una gran seguidora de ese grupo
y la llevó siendo pequeña a ver su último concierto. La forma en la que relató
cómo era vivir la música en directo la dejó impresionada. Al parecer en aquella
época hacían conciertos en vivo, en enormes lugares en los que se reunían miles
de personas al aire libre. Casi dos siglos después aquello era sólo un recuerdo
que, de no ser por las empresas que grababan las memorias de las personas cuando
iban a morir, se hubiera perdido. Cuando escuchaba aquella antigua música se imaginaba
en los conciertos que su bisabuela narraba con tanta pasión.
—Señora, perdona que la
interrumpa, hoy me toca revisión por lo que estaré ausente unas horas. Ya he
dejado la compra encargada. El dron de reparto lo dejará en la puerta de acceso
en dos horas. Serán catorce bandejas en total, almuerzo y cena para la semana.
—Gracias Alicia. Puedes irte.
Entonces Laura pronunció la frase
“Revisar y actualizar sistema Alicia versión tres punto cinco” y la casa quedó
en absoluto silencio.
A veces la actualización de
Alicia podía tardar muchas horas, incluso más de un día si había que modificar
algún componente de la base de inteligencia artificial y, entonces, la soledad
más absoluta la invadía. Ojalá pudiera hablar con sus hermanos esa noche.

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