Mírala, es preciosa. No puedo evitar llevarme todo el trayecto pendiente de ella. Día tras día, siempre en este autobús desde hace un año. Me tiene loco, pero soy incapaz de decirle algo más que buenos días. Está claramente fuera de mi liga. Sólo hay que verla: deportista (porque a veces lleva una bolsa de pádel), estudia letras, seguro que no le gustan los videojuegos y tiene más amigos de los que yo pueda tener en toda mi vida. Dejó al novio hace unas semanas, se lo contó a una amiga por teléfono, seguro que era un capullo. Creo que se ha enrollado con otro tío, pero no está saliendo con él. Aunque todo esto no vale para nada porque no tengo el coraje de presentarme. En el trayecto de media hora que hacemos cada día he imaginado todo tipo de situaciones que me llevaban a conocerla, en muchas de ellas acabábamos tomando café; en los días que estoy especialmente positivo, la veo acabando en mi cama, pero no he sido capaz de llevar a cabo n...